En Monterrey, Enrique Bunbury no es un “extranjero”, más bien, es un “habitante” más de la ciudad que “apuesta por el rock and roll” y que el sábado por la noche tiró “el anzuelo” a 6 mil 500 fans que quedaron irremediablemente “enganchados” a él.
El cantante español pagó “las consecuencias” de su enorme arrastre entre sus admiradores y logró lo que pocos: que el Auditorio Banamex, llenó en su totalidad, coreara de principio a fin las 23 canciones que preparó para una noche poderosa.
Bunbury es un maestro en el escenario. Un divo teatral y dramático; un artista magnético que ejerce gran atractivo sobre el público que no puede más que adorarlo.
Y es que en realidad, la gente acudió a verlo a él. A los asistentes no les importó que el show, basado en su nuevo disco, “Las consecuencias”, fuera un montaje sencillo, sin enorme despliegue de producción ni aspavientos. De hecho, ni siquiera se encendieron las pantallas gigantes que se encuentran a los lados del escenario.
El espectáculo es simple y sencillamente Bunbury quien se sabe admirado y lo disfruta a rabiar.
Se le veía feliz, pero sobre todo sorprendido porque la audiencia lo hizo volver dos veces al escenario y a cada momento del concierto lo hacían sentir maravilloso cuando las 6 mil 500 gargantas coreaban al unísono “¡Enrique… Enrique… Enrique…!”.
Y él, respondía con un humilde “muchas gracias… muchísimas gracias”.
Bunbury apareció en escena a las 20:19 horas interpretando “Las consecuencias”. Vestía todo de negro y rojo, desde el sombrero hasta el pantalón. Después cantó “El por qué de tus silencios”.
“Buenísimas noches, Monterrey. Un placer estar en este renovado Fundidora. Tenemos un nuevo álbum, pero vamos a cantar canciones nuevas y viejas”, expresó para ofrecer “De todo el mundo” y “Frente a frente”, una peculiar versión del éxito que Jeanette popularizó en los años 80.
La primera parte del show fue toda música casi sin parar: “Los habitantes”, “Enganchado a ti”, “El extranjero” e “Irremediablemente cotidiano”.
Tal y como lo prometió al inicio, incluyó éxitos nuevos y del pasado como “El rescate”, extraído del álbum “El viaje a ninguna parte”, al que llamó “uno de mis favoritos”.
Después llegó el momento de “Hay muy poca gente” y al terminar, Bunbury señaló: “Vamos a hacer una canción viejita que viene en el álbum ´Avalancha´: ´Iberia sumergida´”.
Con esto hizo, a su manera, un homenaje indirecto a su antiguo grupo Héroes del silencio.
El público estaba en éxtasis. Canción tras canción bailaba, coreaba y atendía cada movimiento del artista como sucedió en “Que tengas suertecita”, y “Sólo si me perdonas” la cual interpretó de rodillas y rozando las manos de unos cuantos fans que se encontraban cerca del escenario.
“Sácame de aquí”, “Sí”, “Infinito” se sucedieron una tras otra para beneplácito de la gente que se estremeció y un lanzó un estruendoso “¡Noooooo!” cuando Bunbury dijo: “Con esta canción nos vamos a despedir. Ustedes ya saben cómo está el mundo… ustedes ya saben cómo está México. Les voy a pedir que apuesten por el futuro… que apuesten por el rock & roll”.
Y con “Apuesta por el rock & roll”, Bunbury se despidió a las 21:44 horas.
“Un verdadero placer estar con ustedes”, indicó mientras el público suplicaba “¡otra, otra, otra!”.
El artista no se hizo del rogar y menos de un minuto más tarde reapareció en escena. Esta vez luciendo un chaleco, negro también.
“¿Quieren más rock & roll?”, preguntó y sin esperar la respuesta cantó “El hombre delgado”, “El anzuelo” y “Lady blue”.
Otra vez, Bunbury quiso despedirse.
“Dios los bendiga; muchas gracias y hasta siempre”.
Vino un nuevo reclamo de la audiencia y otro regreso —el último- del español.
“Vamos a tocar una canción que nunca hemos tocado en directo. Corríjanme si me equivoco”, expresó para cantar “Lo que más te gustó de mí”.
Luego dedicó “Bujías para el dolor” al pueblo Puerto de Santa María en España.
El final del show llegó cuando feliz y satisfecho Bunbury salió del escenario con “El viento a favor” a las 22:16 horas, dejando tras de sí a un público aún extasiado.
